Calígula (1979-1984)



título original: Calígula 
director: Tinto Brass (?)
actores: Malcom McDowell, Peter O'Toole, Helen Mirren, John Gielguld, Teresa Ann Savoy
El primer guionista de la película fue Gore Vidal (el autor de Juliano el Apóstata), un autor de prestigio ya que la intención primera era hacer una película más histórica que erótica o pornográfica; el reparto así lo demuestra. Sin embargo en 1984 el productor de la película, Bob Guiccione (también editor de Penthouse) añadió nuevas escenas decididamente pornográficas. El director original, Tinto Brass (destacado autor italiano de películas eróticas y softcore) renegó entonces del film, aduciendo que su intención fue realizar una película sobre la orgía del proder, no sobre el poder de la orgía. Igualmente muchos de los intérpretes justifican su intervención en el filme en que se les ocultó su verdadera intención.

Sinopsis (corta):

Tiberio Julio César Augusto, segundo emperador de Roma, vive retirado en Villa Jovis, su residencia de la isla de Capri. Hace más de diez años que no vuelve a la capital de su imperio: por temor a las conjuras, unas reales, otras imaginarias, que se traman contra su persona; pero también por culpa de una acusada misantropíoa de raíz filosófica que se ha ido agravando con la edad. Como cualquiera que viva aislado pero investido de poder absoluto sobre lo que le rodea, Tiberio no tarda en sucumbir a las tentaciones del exceso y la depravación. En el momento de su muerte, cuando no es ya sino un anciano patético y temible a partes iguales, se haya junto a él su nieto Cayo Julio César Germánico, Calígula, que hereda la púrpura imperial compartida con su primo Tiberio Julio Cesar Nerón Gemelo, aún menor de edad. Muy pronto el nuevo emperador comenzará a dar muestras de una conducta excesiva e inmoral. Así, entre enormes dispendios en espectáculos y fiestas organizadas para su mayor autoglorificación, Calícula ninguneará las atribuciones del Senado, mantendrá sin apenas disimularlo una relación incestuosa con su hermana Drusila, e incluso profanará los ritos de las vestales, la más sagrada insititución romana y raíz del poder de la ciudad. Quienes se le oponen o denuncian sus actos son ejecutados y sus bienes pasan a formar parte del erario personal del "imperator". Borracho de poder, ávido del dinero que le permita costear una existencia que no es otra cosa que una violenta orgía de sexo y sangre, Calígula llega incluso a obligar a las mujeres de los senadores a prostituirse en beneficio del erario público. (Comprendo que ésta última idea pueda actualmente parecer interesante para muchos, pero en la película queda claro que es una iniciativa maligna).

Sinopsis (larga):
Todos los acontecimientos que aparecen en la película están tomados de fuentes históricas: C. Tácito y G. Suetonio los incluyen en sus biografías y textos sobre los emperadores de Roma. Sin embargo el hecho de que sean históricos no significa que sean ciertos. Tanto Tácito como Suetonio son historiadores "republicanos", defensores de los valores tradicionales de Roma: la austeridad, la moralidad, la familia. Tras ellos se esconde la ideología conservadora de la aristocracia patricia, la nobleza romana cuyo instrumento político para dirigir los asuntos del estado era el Senado que, por lo tanto, estuvo siempre en contra de compartir su poder. Si Augusto pudo crear una auténtica estructura estatal, moderna, ministerial, fue porque su labor aseguraba la paz social tras el periodo de las guerras civiles, ante lo cual el Senado y la aristocracia, servil y cobardemente, por su propio interés, transigieron. Pero nunca esta casta nobiliaria, refractaria, como ocurre hoy en día, al trabajo remunerado pero amiga de los regalos y las prebendas, de extender a la acción pública los mismos intereses y contubernios con que resolvían su vida familiar, renunció a sus privilegios de cuna y siempre observó con desprecio la nueva maquinaria estatal de la cual estaban excluídos debido a su comportamiento viciado y corrupto, en favor de nuevos gestores más eficaces que el imperio reclutaba entre burgueses y libertos. Así los partidarios del antiguo orden hacen blanco de todas sus tendenciosas crítica a quien ocupa la cabeza del nuevo sistema, el emperador, acusándole de todos los pecados imaginables. Más o menos estas son las fuentes de las que bebe la película, tal y como durante mucho tiempo han sido de las que han bebido otros historiadores. Más o menos como si para escribir la histoira de España durante el siglo XXI sólo se recurriera a los artículos de La Razón y El Mundo.
El "orden republicano" es lo opuesto de aquello de lo que se acusa al emperador, y que es lo que la película muestra. Frente a la depravación, el abuso y el libertinaje, la tradición de Roma opone la moral, la austeridad y la familia. Pero este orden ideal hacía tiempo que había desaparecido, sobre todo, de las costumbres de los patricios. Si se examinan las legislaciones sobre la moral y las costumbres que Augusto, el primer dictador de Occidente (a la espera de recibir ultieriores noticias del imperio maya), y por lo tanto muy conservador en cuanto a ética y moral, impuso a sus conciudadanos, con vistas especiales a la aristocracia, se comprueba que venían a castigar los mismos vicios que posteriormente los aristócratas atribuirian a los emperadores y sus funcionarios: libertinaje, promiscuidad e incluso soltería. Efectivamente la élite romana se hallaba entonces completamente corrompida y viciada, su riqueza casi ilimitada, obtenida gracias a la depredación de los territorios italianos y de sus posesiones en Hispania y Egipto, había maleado estirpes enteras de vagos y depravados cuyo único interés era el placer. Era absurdo pensar que con estos mimbres pudiera crearse la estructura gubernamental necesaria para un territorio como el que Roma controlaba tras la conquista de las Galias. Sin embargo en las provincias (a cuyos habitantes Julio César, con la oposición, naturalmente, del Senado, había otorgado la ciudadanía romana) o entre los libertos, acostumbrados a recibir recompensa por su trabajo y sacrificio, no por su cuna, sí podían encontrarse esos gestores eficaces que el imperio necesitaba. Su moral no estaba corrompida ni por el dinero ni por el poder. Pero se desentendían, naturalmente, de linajes o de tradiciones, patrimonio exclusivo de la nobleza, que vertió entonces su ponzoña sobre ellos a través de historiadores y comentaristas interesados.
¿Significa entonces que todo lo que se cuenta sobre Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón es falso? ¿No es cierto que el uno fuera un depravado, el otro un asesino, el tercero tonto y el último un desequilibrado? Posiblemente no lo fueran más que aquellos que los que tales adjetivos vertieron sobre ellos, pues en su críticas desvelaron sus debilidades. Tal vez el problema esté en el ejercicio del poder, no en el ejecutor del mismo.

4 comentarios:

  1. Como es sabido cada película conlleva un menú y un vestuario. Dejando a cada uno de los y las asistentes decidir sobre la conveniencia de la toga y la túnica, en atención tanto al clima como a la moral (y no descartándose otros posibles atuendos igualmente adecuados, como el de centurión, soldado galo, sacerdote de Júpiter, esclava egipcia de vientre ambarino, tragafuegos tracio, copero de Rodas, cristiano sacrificado, león desmelenado, virgen vestal custodia del fuego sagrado, gladiador hispano, reciario nubio, Cleopatra, Catón, Atila, Mesalina, e incluso Poncio Pilatos de la mano con Ben Hur), paso a proponer (en los comentarios siguientes) un posible menú, factible sólo si los medios del local y la buena disposición de los anfitriones lo permiten:

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  2. Garum:
    ingredientes:
    -una lata de anchoas
    -dos cucharadas de vinagre
    -veinte aceitunas negras sin hueso
    -orégano, comino y pimienta
    -dos cucharadas de salsa de soja
    -una cucharada de miel
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    Se bate todo junto hasta formar una pasta de consistencia uniforme y aspecto asqueroso (si hace falta se le añade algo del agua de las aceitunas). Se coloca en una cazuelita y se deja reposar.
    Los romanos consideraban el garum como un manjar exquisito. Ésta es una versión ligth, ya que el original incluía restos de tripas de pescado ya en proceso de fermentación.
    Propongo que cada uno de los asistentes a la proyección, a partir de los ingredientes propuestos y de otras informaciones que puedan encontrar en cualquier otra fuente, lleven su propia versión del producto. Vale.

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  3. Bucellatum:
    ingredientes:
    -dos tazas de harina de trigo
    -dos cucharadas de aceite de oliva
    -aceitunas negras picadas, sin hueso
    -sal, orégano, tomillo y sésamo
    -agua templada
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    Las bucellatum, claro antecedente de las pizzas, eran una especie de galleta que constituía el principal alimento de los legionarios en campaña, que las cocinaban en las brasas de las hogueras, sobre piedras calientes. Nosotros podemos hacerlas en un horno (si los anfitriones consienten en ello):
    Se juntan en un cuenco amplio la harina, la sal, el aceite, el orégano y el tomillo, añadiendo poco a poco el agua templada mientras se amasa todo hasta conseguir una masa uniforme que no se pegue a las manos. Se realiza con ella una bola a la que se añaden las aceitunas picadas; se amasa de nuevo. Entonces se extiende como una manta sobre una superficie enharinada(¿de unos 3mm de grosor?) de donde se recortan, con la ayuda de un vaso, piezas circulares, como galletas, que se espolvorean después con sésamo. Éstas se introducen después en el horno, precalentado a 250º, durante unos 10 ó 15 minutos. Muy buenas para ir con ellas al circo o para empezar una campaña contra los persas.
    (Yo no creo que pueda llegar a la proyección antes de las 20:30h, directamente desde la escuela. Para realizar esta receta dependeré de que los anfitriones, amablemente, hayan previsto la compra de los ingredientes. Pero abusar no está bien: tal vez cualquier otro de los asistentes a la película pueda ahorrar trabajo llevando la masa, o incluso las galletas ya horneadas, desde su casa).
    Manducari te salutam. Ave.

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  4. En cuanto a las bebidas lo más adecuado es el vermú, que es el pariente más cercano del vino especiado que se consumía en la Antigüedad. Pero: ATENCIÓN: nada de Yzaguirre ni de vermú de Reus, y muchísimo menos Martini o Bitter Kas: lo más adecuado sería el Zinzano o algún otro brebaje amargo similar.
    También el vino Lambrusco sería muy adecuado.
    Y si alguién se atreve a mezclar por su cuenta hidromiel con jumilla, hierbas aromáticas y perlas del Mediterráneo allá se las entienda con sanidad.

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