Grupo Salvaje (1969)


título original: The Wild Bunch 
director: Sam Peckimpah
actores: William Holden, Ernest Borgnine, Robert Ryan, Edmond O'Brien, Warren Oates, Ben Johnson, Bo Hopkins, Alfonso Aráu, Emilio Fernández, Albert Dekker, L.Q. Jones, Elizabeth Dupeyrón

Sinopsis:
Un grupo de curtidos forajidos sufre un revés en el asalto al banco de una localidad fronteriza, que se transforma en una matanza. En su persecución se lanza otro grupo de hombres, mercenarios seguramente no mejores que aquellos a quienes persiguen, dirigidos por un antiguo compañero de éstos, que, tras haber sido detenido, vende su experiencia al presidente de los ferrocarriles, enemigo declarado de los asaltantes, a cambio de salir de la cárcel de Yuma donde cumple condena. En realidad este hombre, Thornton, quisiera estar entre los que ahora son sus presas. Como Pike, el jefe de los bandidos, siente que su tiempo está próximo a su fin y desearía que este final no fuera menos intenso que la vida que ha llevado. Ambos presienten su decadencia en una nueva era de la que no formarán parte ni tan siquiera como villanos. Tras el fracaso del asalto al banco el grupo de delincuentes busca otros objetivos, doblando una apuesta sobre la que sólo pueden responder con su vida. En su recorrido, cuajado de sangre, se cruzarán el ejército, los indios, el General Mapache (enemigo de Pancho Villa) e incluso la Primera Guerra Mundial.

Sinopsis (larga):
Asaltos a trenes, traiciones entre compinches, el código de honor entre forajidos, contexto histórico: todos éstos son temas recurrentes en las aventuras del Teniente Blueberry. En Grupo Salvaje aparecen todos ellos, maclados por un guión tan perfecto como las obras de relojería que Charlier diseñaba para nuestro Teniente favorito. Y si visualmente Giraud nos hacía oler el sudor de sus personajes mientras cabalgan por los desiertos de Arizona y Nuevo México, la fotografía de la película de Peckimpah no es menos dura, e igualmente estética. El caracter crepuscular de los héroes del filme tal vez los separe un tanto de Blueberry, cuyas aventuras apuntan a un desenlace final menos trágico, pero en ambos casos se trata de personajes monolíticos, épicos.
La violencia aparece retratada en la película con muy pocas contemplaciones, de forma muy bella, pero siempre terrible. Además aparece de forma imparcial, nunca farisea: quien a hierro mata, a hierro muere sin importar su catadura moral, la simpatía que puedan despertar ni sus actos ni sus motivaciones o el bando al que sirven. La violencia se consume en sí misma y consume a quienes la practican, tal y como se explicita en los im-pre-sio-nan-tes títulos de crédito que, apoyados en una buenísima banda sonora, presentan el filme con el combate entre el escorpión y las hormigas ante la mirada risueña de los niños: los antiguos héroes, generadores de una moral propia consecuente sólo con sus actos, perecen ante la llegada de un tiempo más mezquino en el que, aún erradicada tanto aquélla como sus artífices, no por ello desaparecen la codicia o el abuso y la mentira tiene más premio que la actuación consecuente.
Es una de mis películas favoritas, tal vez la que más.

1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.